Según las últimas revisiones sistemáticas, la carga inmediata tiene pocas limitaciones biológicas cuando se selecciona el paciente adecuado. También la carga inmediata de implantes colocados sin colgajo ha demostrado ser un procedimiento predecible, con tasas de éxito similares a la carga convencional y temprana. Ambos procedimientos están destinados a disminuir el tiempo de tratamiento y el número de visitas para el paciente. Sin embargo, incluso en los casos más favorables, las dificultades técnicas y la adaptación final de la prótesis pueden hacer que las pocas visitas necesarias se prolonguen más de lo deseado.
Una rehabilitación se considera de carga inmediata cuando se conecta a los implantes en el plazo de una semana desde la intervención quirúrgica. Algunos autores consideran que este plazo no debe superar las 24 horas, las 48 horas, las 72 horas o los siete días. Esta disparidad en el rango de tiempo no parece tener ninguna explicación biológica, ya que en el proceso de osteointegración el implante se encuentra en la fase de estabilidad primaria tanto a las 24 horas como a los siete días. La explicación más razonable podría ser que este tiempo depende de lo que tarda el laboratorio en fabricar la prótesis o en adaptar una previamente fabricada.
Existen dos alternativas con el fin de minimizar estos tiempos y poder colocar la prótesis dentro de las primeras 24 horas: a) rebasar la prótesis, fabricada previamente a la cirugía, el mismo día de la intervención o b) el uso de la cirugía guiada o asistida por ordenador con férulas quirúrgicas realizadas a partir de una planificación 3D, con el fin de confeccionar la prótesis previamente a la cirugía y minimizar los ajustes de la misma una vez finalizada la intervención. A pesar de la escasa evidencia científica, se ha visto que incluso mediante cirugía guiada existe un margen de error en la posición final de los implantes. Se ha calculado que la media de éste es de 1,09 mm en el punto de entrada (con un rango de 0 a 6,5 mm), 1,28 mm en el ápice (con rangos de 0 a 6,9 mm) y 3,9° en la angulación (rango de 0 a 24,9°)8,9. Esto conlleva el tener que reajustar la prótesis una vez colocados los implantes, aumentando así el tiempo de tratamiento. Por lo tanto, ambos métodos pasan por el rebase final de una prótesis previamente confeccionada.
El rebase de las prótesis confeccionadas previamente a la cirugía se puede llevar a cabo de forma directa en la boca del paciente o indirecta en un modelo, a partir de una impresión tomada justo al finalizar la intervención. Las principales ventajas del rebase indirecto son la mayor comodidad para el paciente y la ausencia de sangre, saliva o sutura, aunque este procedimiento no evita la toma de impresiones. Tampoco se evita el riesgo de falta de ajuste de la prótesis, si se han cometido errores durante la toma de registros o el vaciado de modelos. Dicho riesgo se elimina si se realiza el rebase directo en la boca, aunque aquí el inconveniente radica en la incomodidad del paciente y en la necesidad de aislamiento por la presencia de fluidos y sutura. Esta incomodidad se ve aumentada con los métodos de rebase actuales, en los que la prótesis debe presentar unas amplias perforaciones oclusales con el fin de permitir la emergencia de los tornillos de laboratorio que sujetan los cilindros temporales que van atornillados a los implantes. Dichos tornillos impiden que el paciente pueda cerrar la boca durante el fraguado de la resina, además de requerir ser atornillados y desatornillados, lo que puede resultar incómodo en zonas posteriores y en pacientes con apertura bucal limitada.